- Marco Kremerman
- Investigador de la Fundación SOL. @lafundacionsol
- http://www.fundacionsol.cl
Específicamente, Concha dijo que “subir impuestos sin afectar la inversión sólo es posible en el mundo de Bilz y Pap” y que “para crecer necesitamos impuestos bajos”.
El portazo de los empresarios chilenos a un cambio en las reglas del juego de la economía y la sociedad es tan viejo como la cena anual de la industria y ya forma parte del modus operandi de la elite nacional.
Estas familias se acostumbraron a tener un estilo de vida “a la Suiza” y viven en una verdadera burbuja. Tal como menciona Felipe Lamarca “no quieren soltar la teta”, realizando el lobby correspondiente para que las instituciones, las leyes y los dictámenes funcionen a su conveniencia.
¿Y cuál es el núcleo duro de esta elite nacional?, ¿a quién exactamente representa el líder de la SOFOFA con sus palabras?
Según los datos procesados por la Fundación SOL en base al microdato de la encuesta CASEN 2009, en Chile 4.459 familias tienen un ingreso autónomo promedio mensual de $19 millones, se trata del 0,1% de los hogares más ricos, que en general tienden a subdeclarar sus ingresos en este tipo de encuestas de hogares.
En este selecto grupo podemos encontrar a los principales accionistas de los 114 Grupos Empresariales registrados a septiembre de 2011 por la Superintendencia de Valores y Seguros, directores de empresas (incluidos ex ministros y funcionarios de la Concertación) y los principales ejecutivos que sirven a las empresas que pertenecen a estos Holdings. En esta lista se encuentran los dueños de los bancos, compañías de seguro, los supermercados, multitiendas, farmacias, las AFP, Isapres, las pesqueras, las eléctricas, forestales, mineras, salmoneras, medios de comunicación, en fin, los dueños de Chile, la elite que configura y decide día a día la economía nacional.
Por supuesto acá aparecen los Luksic, Angelini, Matte, Saieh, Paulmann, Yarur, el grupo Penta, Ibañez, Said, Izquierdo Menéndez, Navarro, Solari, Calderón, Cruzat, Cueto, Piñera y compañía.
Estas familias y sus ejecutivos toman decisiones que afectan cotidianamente la vida de todos los chilenos, ya que de ellos depende:
- La tasa de interés que usted termina pagando en un banco por un crédito de consumo.
- Los cobros excesivos de la cuenta de la luz, del agua, del teléfono o del gas.
- La cuenta de supermercado que usted paga mes a mes
- La rentabilidad de sus fondos de pensiones
- El valor del plan de su Isapre
- Los intereses que le cobra la multitienda cuando tiene que comprar ropa o algún electrodoméstico.
- Las duras condiciones que le colocan a su emprendimiento o pequeña empresa que funciona como proveedora, contratista o parte de la cadena de negocios de las grandes empresas.
- El precio del pasaje de bus o de avión.
- El porcentaje de peces que queda disponible para los pescadores artesanales.
- La parrilla programática de los canales de televisión.
- La línea editorial de los principales medios de comunicación escrito.
- El arancel que paga en una Escuela o Universidad Privada
- Los jugadores que contrata su equipo de fútbol favorito
- Y por supuesto, la posibilidad de tener educación y salud pública universal y de calidad a través del pago de los impuestos.
En resumen, no hay decisión en Chile que no pase por ellos y sus redes de influencia.
Estas familias se acostumbraron a tener un estilo de vida “a la Suiza” y viven en una verdadera burbuja, quienes viven realmente en el mundo de “Bilz y Pap” y tal como menciona el empresario Felipe Lamarca “no quieren soltar la teta”, realizando el lobby correspondiente para que las instituciones, las leyes y los dictámenes funcionen a su conveniencia. Por ello, cuando tienen dificultades para mantener la inercia o bloquear alguna iniciativa que les desfavorece, utilizan a los políticos salientes y los ubican en alguno de los directorios de sus empresas, y de esta forma los integran al selecto grupo de las 4 mil familias, del cual es muy difícil salir.
También utilizan a sus medios de comunicación y centros de pensamiento para atemorizar a la población con la amenaza del desempleo, falta de inversión o estancamiento del crecimiento. Por tanto, nunca será el momento de subir el salario mínimo, ampliar la negociación colectiva ni menos subir los impuestos.
Son responsables principales de que Chile tenga un PIB per cápita promedio de US$ 16 mil ($32 millones al año para un hogar de 4 personas), pero que más del 80% de los chilenos viva en un hogar donde el ingreso anual no supere los $10 millones. El mismo país donde el 5% más rico de la población genera ingresos autónomos 830 veces mayores que el 5% más pobre. El mismo país que presenta los más bajos ingresos y la peor calidad del empleo según el “Indicador para una Vida Mejor” de la OCDE. El mismo país que pierde casi el 20% de su desarrollo humano, de acuerdo a los datos del PNUD, cuando este se ajusta por desigualdad. Finalmente, el país donde los hogares tienen una deuda promedio equivalente a 7,5 ingresos mensuales.
Las movilizaciones, la indignación y el sufrimiento de tantas personas, nos indican que no es el momento de mantener rentabilidades del 30%, ni de yates, ni de la compra del cuarto auto, la tercera parcela, ni las apuestas en la economía de casino a través de sofisticados instrumentos financieros. Necesitamos pasar del mundo de Bilz y Pap y construir una sociedad en donde las empresas y las personas que más ganan paguen más impuestos, para asegurar educación y salud pública universal y de altos estándares. Si Lamarca o Fantuzzi dicen que si se suben los impuestos a las grandes empresas en Chile no pasa nada, es porque el montaje comunicacional ha funcionado muy bien durante muchos años.
FUENTES:http://www.elmostrador.cl/
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