En esa oportunidad se lanzaron unos 2600 ejemplares para su venta,
aunque muchos de ellos terminaron siendo quemados por los inquisidores.
La traducción de esta Biblia se basó en lenguas originales
(hebreo, arameo y griego), cuyas fuentes principales fueron los textos hebreos
del Texto masorético (Antiguo Testamento) y griegos de Erasmo (base del Textus Receptus), además de los trabajos de Encinas y Pérez de Pineda, entre otros
textos consultados.
En su deseo de traducir la Biblia al castellano, Casiodoro estaba
incurriendo en un gran riesgo, pues el catolicismo romano prohibía las
traducciones de la Biblia
a los “idiomas vulgares”, es decir, en las lenguas propias de los pueblos (entre
ellas, el castellano), pues la Iglesia Católica Romana sólo autorizaba la Biblia en latín “La Vulgata”. Cualquier otro
intento de traducción no autorizada era penado por la Inquisición.
Esta Biblia, cuyo título original es “La Biblia que es, los
sacros libros del Viejo y Nuevo Testamento / Traducida del español, 1569" fue llamada “Biblia del Oso” por
el grabado de un oso que aparece en su portada sacando miel de un panal.
La aparición de la
Biblia del Oso fue de suma importancia para todos los
cristianos de habla hispana, pues en el año 1602 Cipriano de Valera
(antiguo compañero de monasterio de Casiodoro), hizo el trabajo de revisión de
esta traducción (revisión que se hizo conocida como “la Biblia del Cántaro”), lo
que posteriormente dio origen a las actuales versiones “Reina-Valera”.
Damos gracias a Dios porque a pesar de toda la oposición, amenazas
e inquisición, la Biblia
traducida al idioma del pueblo logró imponerse, y por ello tenemos la Biblia en nuestras casas.
“…La hierba se seca, y la flor se cae; Mas la palabra del Señor permanece para siempre…”(1 Pedro 1:24-25)
Acá puedes ver un ejemplar de esta antigua Biblia
digitalizada:
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